El primer período se caracteriza económica e históricamente como una fase de liberalización y modernización que fue de la mano con la integración de América latina a las estructuras económicas globales y el fortalecimiento de los sectores económicos extractivistas. El modelo predominante de esta transformación agraria fue la explotación de latifundios y plantaciones a través de (a) la expansión y transformación neofeudal de las regiones agrícolas tradicionales (altiplano andino central, centro de México, Centroamérica, Caribe y costa atlántica) y (b) la colonización interna y el acaparamiento de tierras en regiones periféricas (cono sur, sureste de México, región amazónica) para la producción de commodities de exportación (quina, caucho, caña de azúcar, banano, cacao, yerba mate).
La segunda época de transformación se produce con la aparición del neoliberalismo desde los años 80 hasta la actualidad. En esta fase, en contraste con la industrialización sustitutiva de importaciones de la "segunda conquista", se produjo una mayor privatización y orientación a la exportación. Impulsada por la primera y la segunda Revoluciones Verdes, la expansión agroindustrial e intensiva en capital de la agricultura se integró en las cadenas de valor mundiales. El modelo económico neoliberal desempeñó un papel pionero durante la dictadura militar en Chile, donde la integración selectiva en el mercado mundial se basó en el desarrollo y la modernización de los sectores agrícolas (industria frutícola, plantaciones forestales, uvas, salmón). En la segunda fase, se intensificó la integración en las redes mundiales de producción agroindustrial con nuevos productos como aguacates, soja, flores cortadas y productos agrícolas transformados como la carne. Especialmente desde la década de 1990, se aceleró en Sudamérica el auge de la soja y el biodiésel (palma aceitera, azúcar, maíz). Paralelamente al auge de la soja y los agrocombustibles, la ganadería continua ocupando grandes extensiones de tierra en Brasil, Colombia y Argentina. En Brasil, hay ahora más ganado que personas. Las consecuencias son la tala a gran escala de bosques vírgenes para hacer sitio a la producción de forraje y la degradación de los suelos. La deforestación también se está produciendo en antiguas reservas naturales.